miércoles, 7 de agosto de 2013

Le Poupé - pintura - 2013

SEGUNDA CRÓNICA. LE POUPÉ NO SE RINDE


  Reza de rodillas un viejo proverbio chino: "Para enamorar, si mostrás las tetas, mostrá la cabeza". Siguiendo el sabio consejo, compruebo a esta altura de mi vida que me hice reversible con mi pecho plano e hice uso de mis neuronas entretejidas por las arañas laboriosas (de la depresión y la astucia) sin poder enamorar a nadie. Como que me llamo Le Poupé, cada vez estoy más convencida de que el mundo gira siempre alrededor mío, y el universo conspira en mi contra. 
  Mi primer beso fue al cumplir doce años. Era martes 7 de agosto de 1990, día en que no se rememora nada. Se lo debo a la apuesta de un tipo desagradable con sus amigos. Él manejaba una trafic y estaba casado. También supe que escondía dos amantes en forma de tarjeta ejecutiva en su mesa de luz. Fue mágico cuando me dio un chocolate derretido y me dijo te lo mereces, gracias a vos gané un tetra de vino tinto. También lo recuerdo, era el día de los inocentes cuando perdí la virginidad, yo respiraba como en trabajo de parto y me enteré que todo había terminado cuando el tipo se desinfló encima mío. Por otro lado, mi primer novio tenía complejo de gordura, y cuando en un arrojo de ternura le regalé un alfajor, él lo arrojó desde el balcón y me echó al grito de no vuelvas. Fui a la parada del colectivo comiendo la golosina deshecha, y tras esperarlo hora y cuarto supe por la radio que había paro. Nunca llegué a mi segunda cita a ciegas por la misma razón. Una vez me presentaron a un empresario, entendí que no tenía glamour cuando comentó camino al restaurante asique sos escritora ¿y escribís libros triple XXX o qué mierda? La última imagen que tuve de él fue riendo a carcajadas tras dejar el celular como centro de mesa transmitiendo un corto donde una mujer enorme curtía con un flaco que quedaba pulverizado en el acto. Me fui en taxi sola, sin ver los créditos. 
  Sé que mis relaciones tienen fecha de vencimiento: dos años, tres meses, un día, doce horas, cuando suenan las campanadas del infierno o de la iglesia de la esquina. Ni más ni menos. Ese fue el plazo de duración de los cinco novios oficiales que tuve. Los que hubo después preferí no llevarlos a casa, fue incómodo ver la cara del quinto cuando toda la parentela exclamó sin disimulo otro más.  
  Nunca fui princesa, soy sapo común y corriente. Sin embargo resisto. Creo en el amor eterno y verdadero. O hasta que el divorcio nos separe, una amante, o la Play Station, mi vicio. 
  Hoy, jueves 14 de febrero de 2013, día en que se torturan corazones y se filmó el para nada galardonado documental "Del por qué duermen tanto las marmotas" me juro a mi misma no comprar un corpiño push-up aunque muera destetada y solterona. Mientras, sigo dando números a los interesados. ¡El que sigue! ¿Nadie? En fin, me voy al almacén a comprar un tinto, pero en botella. 



Crónica: Angie Ferrero 
Ilustración: Nicolás Machado
14 de febrero 2013








óleo, pintura aerosol y tinta china sobre tela 50 x 40 cm. 2013




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