Museo Genaro perez
"Dibujo mientras escucho del dolor"
dibujos - instalación
Nicolás Machado
Es posible encontrar el concepto de dolor,
encerrado entre los renglones de un libro, una enciclopedia, en revistas de
actualidad. ¿Pero el dolor es solamente eso? A veces intentamos explicarlo, con
frases tan simples, tan cotidianas: me duele mamá, se me exprime el corazón
cuando pienso, es tanto el dolor que tengo, que me cala hasta los huesos. Sin
embargo, nunca es suficiente la palabra para transmitir lo que realmente
sentimos, ese golpe físico, esa vuelta de emociones, ese remolino de
desencuentros, el desamor, la desilusión, las pérdidas. Pero cuando algo duele,
no hay duda alguna de que duele, y aunque no sepamos bien cómo es ni cuánto
mide, lo sentimos. Y con eso, es suficiente: existe. Ahí está, instalado en
nuestra mirada. Es ese que intenta empujar las lágrimas como ríos y también,
ese otro que construye diques y represas para que ellas no se vayan. Se lo
puede señalar en el centro del pecho, como si fuese una nube de tristezas
acumuladas, de angustias sin archivar, de nostalgias que cobran vida. Si uno se
descuida, el dolor puede estrangular, atrapar al corazón y dejarlo hecho un
bollito de trapo con pocos latidos. Y si el corazón se resiste, el dolor se
enoja, y decide apretar las venas, tallar los huesos, hacerse órgano y gritar a
los cuatro vientos, que absolutamente nada vale la pena. El dolor puede ser
eso: todo el aire del universo, todo el aire de una sola y minúscula célula.
Nicolás Machado busca al dolor, y en esa
búsqueda, él se entrega como señuelo, se deja estar en sus manos, lo escucha.
Al querer darle una medida, apela a los papeles de dibujo, a estirar un poco
más la tela, a ir y volver entre su pasado y el presente. Decide con los
proyectores, encandilar al dolor para develar sus misterios, para que le
confiese sus formas. Y deja que se derrame, con cada gota de tinta china, con
cada pincelada, con cada aguja que atraviesa su piel. Podemos vislumbrar
entonces, que el dolor es un tatuaje que todos llevamos en nuestra vida, con o
sin tinta. Nos marca, nos perfora, nos hace más fuertes. El dolor nos permite
ver más allá de lo que el mundo nos muestra y queremos buscar, hasta encontrar
su fin.
En el momento mismo en que nacemos, el mundo
nos recibe y nosotros, rompemos en llanto. Quizás, buscar al dolor, es el punto
de partida para encontrar la felicidad. Si, ese concepto, que también se puede
encontrar encerrado entre los renglones de libros, de enciclopedias. Pero al
fin, son conceptos que se palpitan, se viven, corren y fluyen como la sangre
por nuestras venas.
Angie Ferrero
Instalación
Dibujos 2012 / 2013
Técnicas mixtas 2013
Exposición 2014
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